martes, 24 de marzo de 2015

* DESDE VILLALUENGA: A MATEO VENEGAS Y "SUS CIRCUNSTANCIAS".



No sé cómo y por qué circunstancia empecé a conocer a Mateo Venegas aunque si os puedo decir cuando. 

El cuando es el preciso momento en el que mi mujer y yo nos trasladamos de casa en Villaluenga del Rosario donde pasamos de vivir en la parte alta a la actual donde estamos a un paso y a un solo vistazo de vivir en medio de la naturaleza. 

El traslado a la Casa del Postigo supuso un cambio radical pues nos encontramos de golpe y porrazo con un inmenso silencio, con unas vistas apoteósicas donde los colores de la amanecida se entremezclan allá por el puerto de las viñas, donde el cielo casi se puede tocar con los dedos, donde las densas nubes o la niebla llegan hasta hacer desaparecer el pequeño patio y nos da la sensación de vivir en medio de una nube o en las tardes de primavera-verano así como el primer otoño divisamos tranquilamente lo que es perder de vista al sol por medio del Caíllo. 

Silencio que se pone más de manifiesto cuando en días de fiestas y gracias a la “lejanía” y de la inmensa intimidad que da el dormitorio hace que puedas dormir aunque las orquestas o grupo musicales interrumpan el plácido firmamento con notas elevadas a la enésima potencia. 

Y el vivir en la “Casa del Postigo” también es hacerlo de una manera diferente pues cada lugar tiene su indiosincracia y este también lo tiene. 

Cuando el sol es ese leve rayo que colorea el negro formando en un majestuoso y efímero lienzo a los que sean capaces de captar la belleza sin más artilugios, se oye como la baraja de Carlos se abre para que el mesón “Los Caños” también lo haga y al saludo de bueno, bueno, bueno... se empieza cada día mientras los trabajadores de la cercana fábrica de quesos van entrando y el cercaño rebaño de Antonio se amontona para salir otro día más. 

Pepe con su sonrisa tallada en su cara y saludando a todos se encamina para echar su diaria comida a las gallinas y los gatos, entre ellos Canijo, van y vienen distraídos en sus correrías... 

Tiene que pasar un rato para que el local que está justamente al lado de la Ermita luzca sus característicos emblemas: Una bandera de España y otra de Andalucía así como puestos de carteras, guantes, gorras y demás productos propios de la tierra mientras un diminuto toro parece proteger la mercancía y en una silla los elementos de un buen torero aunque en proporciones diminutas. 

Dentro más productos de piel, quesos, vinos, agua... y el particular santuario en medio donde una mesa camilla llena de libros y unas sillas alrededor hace de este lugar un sitio único y también especial. 

Y al frente de todo esto Mateo Venegas Bazán. Sempiterna figura con elegancia natural, con sus pañuelos, gorras o sombreros puesto desde y con arte así como un enorme vozarrón saluda a todos y sobre todos a sus vecinos. 

¡Buenos días vecinos! 

Aunque llevábamos un cierto tiempo ya habitando en nuestro nuevo hogar,  aunque nos lo encontrábamos en el mesón a la hora del desayuno y nos saludaba con mucha deferencia y educación nuestra amistad no caló hasta después de mi operación el pasado año. Me lo comentó un buen amigo sacerdote, al que quiero de verdad, como es el Padre José Antonio Medina Pellegrini que la enfermedad y el dolor te hace ser más humano. ¡Y es verdad! 

Antes iba siempre ensimismado en mis problemas, preocupaciones e incluso intereses y ahora, después de lo sucedido, sigo ensimismado pero en la belleza, en el arte, en el sosiego y la paz que me ofrece a diario Dios por medio de mi vida en Villaluenga del Rosario así como de los buenos amigos que no tienen que ser de los de “toda la vida” para serlos. 

Con el tiempo se ha ido fraguando una buena amistad con Mateo Venegas al cual, y conociendo su vida, quiero y admiro por lo que es hoy en día. Perdonad, pero yo no soy nadie para juzgar y prejuzgar a nadie porque eso, mis queridos amigos, solo es cosas de Dios. 

Conozco y quiero al Mateo que está enamorado de su Familia, de su mujer Isabel, de sus hijas: Rocío, Esperanza, Paula y Ana, de sus nietos, ¡Ay, sus nietos!, Daniela, José Fernando, Alejandra, Aitor y Andrea. 

Pero también de sus padres Juan Venegas y Ana Bazán así como sus hermanos: Ana, Isabel, Pepa Alicia y Juan. 

Y Mateos derrama lágrimas de cariño emocionalmente apasionado por las figuras de sus abuelos José Bazán, que murió demasiado pronto a manos de la sinrazón de la guerra,  e Isabel Orellana que fue una mujer de la época difícil que le toco vivir: Humilde y luchadora. 

Mateo Venegas Bazán es un hombre sensible que ha vivido su particular existencia con todas sus consecuencias donde habrá mucho de lo que no está ni por asomo orgulloso y otras si porque en definitiva se ha movido en un mundo donde el arte era cosa de artistas. De ese tiempo y de todos los tiempos guarda un especial recuerdo y grandes amigos. 

Decía un buen periodista que en la vida hay que pasar dejando huella, y eso quiere decir que puedan hablar bien o no de ti, pero nunca indiferente y eso es lo que precisamente le ocurre a este nuestro buen amigo. 

Mateo es un enamorado de su Familia que es en las postrimerías de su vida su mayor orgullo, su mayor tesoro, su mayor honor y dignidad. 

Hombre inquieto y con ganas de informarse así como estar aprendiendo que conoce bien como va el mundo gracias a su innato deseo de aprender por lo cual está informado por medio de la televisión, de la buena lectura, de la buena y profunda conversación y también por medio del periódico "El Mundo" y que lee desde sus inicios en los que llegó a conocer y tener una cierta relación personal con el que fue su creador Pedro J. Ramírez. ¡Qué de todo se entera uno! 

Se dice agnóstico aunque sé que en su particular corazoncito habita tranquilamente Jesús al cual él tanto admira y sé, porque me lo ha demostrado con hechos y también con palabras, que también lo quiere. 

Cómo buen amante del arte pues también lo es del mundo de la tauromaquia donde es seguidor y amigo de toreros de ayer y de hoy. 

Manzanares, Morante de la Puebla, Curro Romero entre tantos magos del toreo aunque su corazón es paulista que es lo mismo que decir de Rafael de Paula. 

Ir a Cádiz para cualquier trámite y encontrarse a su amigo Rancapino y terminar en Casa Manteca a sones de guitarra son los esos momentos que la vida te ofrece y que al día de hoy lo hacen feliz porque la felicidad no es tanto lo que eres ni lo que hayas hecho sino el serlo y Mateo Venegas lo es y más de unos años para acá cuando Dios, su buen Amigo Jesús, le ofreció una nueva oportunidad no solo para seguir viviendo sino para VIVIR. 

Cambiar absolutamente de vida es lo que hizo su enfermedad y su posterior trasplante en su segunda ciudad natal: Córdoba. 

¡Y cambió, ya creo que cambió! ¡Pero que te quiten lo “bailao”! 

Ahora su vida sigue siendo igual de trepidante aunque diametralmente distinta a ese pasado reciente o lejano según se quiera mirar. Copa sus horas entre Isabel, sus hijas, nietos, Familia y verdaderos amigos. 

Lo demás es cosa de los demás. 

Hoy martes 24 marzo estaba previsto que estuvieras en Córdoba y que sé que nos has podido ir, a pesar de la ilusión que tenías, porque las inclemencias del tiempo han abocado a la suspensión de ese deseado viaje. Bueno, otra vez será...

Mateos, este artículo que hoy te he dedicado en “Desde Villaluenga” es un regalo hecho a muchas manos: Las palabras son de mi cosecha porque Dios ha querido otorgarme el don de la escritura a la cual me entrego, como bien sabes, apasionadamente y lo demás es cosa de tus hijas, especialmente Esperanza que ha estado conmigo aportándome datos, fotos, recuerdos. Ellos han puesto el regalo y yo solo me he encargado de envolverlo y los que lo lean podrán el lazo. 

Sigue disfrutando de tu vida junto a Isabel, de tus hijas, nietos, hermanos, familia, amigos, del recuerdo de tus padres, abuelos, de tus vivencias y ocurrencias, así como de tu día a día sea en Villaluenga del Rosario, que nos ha unido en verdadera amistad, como en Chiclana donde por verano se ve tu figura llena de hidalguía, con tu voz fuerte, ojos inquietos, sonrisa eterna, lágrimas en los ojos cuando ves a los tuyos cambiando de horizontes donde la montaña da paso a ese firmamento plateado que es el eterno mar. 

Aunque cuando abro la persiana de mi vida y la luz entra inundando todo mientras la montaña me observa plácidamente escuche la voz potente y amiga de nuestro querido Mateo Venegas, que junto a sus circunstancias, nos saluda: 



¡Buenos días vecino! 

Recibe, mi querido amigo y Familia, un fraternal abrazo, 

Jesús Rodríguez Arias









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